Quien se guíe por la lógica podrá inferir de una gota de agua la posibilidad de la existencia de un Océano Atlántico o de un niágara sin necesidad de haberlos visto u oído hablar de ellos. Toda la vida es, asimismo, una cadena cuya naturaleza conoceremos siempre que nos muestre uno solo de sus eslabones. ((Sherlock Holmes, Estudio en escarlata, capítulo 2,))


El razonador ideal, cuando se le ha mostrado un solo hecho en todas sus implicaciones, debería deducir de él no sólo toda la cadena de acontecimientos que condujeron al hecho, sino también todos los resultados que se derivan del mismo.

((Sherlock Holmes, Las cinco Semillas de Naranja.))


sábado, 16 de marzo de 2013

“CUANDO UN HECHO PARECE CONTRADECIR UN LARGO CORTEJO DE DEDUCCIONES RESULTA DE UNA MANERA INVARIABLE CAPAZ DE SER INTERPRETADO DE DIFERENTE MANERA.”**


** Tomado Conan Doyle,  “Estudio en escarlata. Capítulo 7. Parte 1.”

¡Hechos, contradicción, deducciones, interpretación! El mundo ocurre y los seres humanos lo interpretamos. Los seres humanos somos intérpretes del mundo (y me atrevería a decir los cerebros, lo que quiere decir que todo ser con locomoción, portador de cerebro, interpreta el mundo). ¿Qué quiere decir esto? Que el mundo no es como lo vemos sino que es diferente a la imagen que tenemos en la mente. Razón tuvo Manuel Kant, el filósofo alemán, de decir que en la cosa había lo que llamamos el fenómeno y el noúmeno, lo que percibimos y lo que no percibimos, o la cosa en sí y la cosa para sí (o para mí). Razón tiene Rodolfo Llinás, neurólogo colombiano, al decir que las cosas que vemos son construidas en nuestro cerebro. Sin cerebros, que perciben el mundo y lo interpretan, las cosas son, pero no son reconocidas. El mundo que vemos los humanos es distinto del mundo que ven los animales mamíferos, aves, reptiles o insectos, y nunca podremos saber cómo lo ven ellos ya que no tenemos ni sus cerebros, ni sus percepciones.

Algunas veces percibimos la totalidad de los hechos. Algunas veces percibimos un instante de los hechos, a veces el principio y a veces el final. Si percibimos el inicio de un hecho, somos capaces, por conocimiento del evento o por síntesis, de dar con el final del evento o la conclusión. Si percibimos el final del suceso, somos capaces, por análisis, de dar con el origen del evento. Ir desde el inicio hasta el final se llama inducción, ir desde el final hasta el origen se llama deducción. Inducción y deducción son formas del razonamiento.

El mundo sucede, ocurre, acaece, simplemente pasa. Todo aquello que pasa es un hecho. Dice Wittgenstein, en su tratado lógico-filosófico, el mundo son los hechos. Y agrega que los seres humanos nos hacemos figuras de los hechos. Nos figuramos el mundo. Somos intérpretes de lo que acaece. Si somos intérpretes ¿cómo sabemos que nuestra interpretación es correcta? Generalmente los hechos permiten más de una interpretación, a ocurrido en la ciencia: en el caso del movimiento de los astros a través del firmamento, percibido por nuestros sentidos, se manejó en la antigüedad, como saber científico, que la tierra era el centro del universo y ahora se maneja, también como saber científico, que la tierra gira sobre su eje y se desplaza a través del espacio alrededor del sol (rotación y traslación); en el caso en el cual las personas ven imágenes y oyen voces, inexistentes en la realidad exterior, se manejaba en la antigüedad, como saber, la fantasmagoría o comunicación con el más allá o la posesión demoníaca, y se maneja en la actualidad la enfermedad mental llamada esquizofrenia que debe ser combatida con medicamentos. En estos dos ejemplos y en muchos otros se manejan diversas interpretaciones.

También existen eventos locales, a menor escala. Situaciones no científicas sino cotidianas como el rompimiento de una ventana, la pérdida de un objeto, un ruido que se escucha, etc. Que sucedería si por ejemplo escucho un cristal que se rompe y veo una pelota junto a los vidrios rotos. Podría interpretar que alguien arrojó la pelota contra el cristal y que la pelota produjo el rompimiento del vidrio y al atravesar la ventana quedó junto a los fragmentos del daño, o tal vez podría interpretar que la pelota estaba en el interior de la casa y que alguien pasó y con un bate rompió la ventana y los pedazos de cristal roto cayeron en el interior de la casa cerca de la pelota, o podría interpretar que una piedra rompió el cristal y que alguien de adentro de la casa retiró la piedra pero no recogió los fragmentos de vidrio roto y posteriormente la pelota rodó cerca de la ventana. Para dar con la veracidad de los hechos y la interpretación correcta se necesitan hacer deducciones y corroborar luego estas con los hechos y con las características de los hechos.

Ejemplo: Los sentidos nos muestran que el sol, la luna y las estrellas se desplazan por el firmamento alrededor de la tierra. La primera interpretación dice que la tierra es el centro del universo y que todo gira en torno a ella, fue la ciencia de Aristóteles y Ptolomeo, y esa ciencia dominó hasta mediados del siglo XVI.  La segunda interpretación es la que propone Nicolás Copérnico al ubicar al sol en el centro del universo y a todos los astros del cielo a girar alrededor de él. De esta manera explicaba el movimiento aparente de los astros alrededor de la tierra, esa interpretación fue el inicio de la astronomía moderna. La tercera interpretación es la de Giordano Bruno quien se pone a pensar que la tierra debe ser un planeta que gira junto con los demás planetas alrededor del sol y que el sol debe ser una estrella, como las demás estrellas del firmamento, y que cada estrella debía de tener un sistema planetario que las acompaña, como sucede con el sol, y que debía de haber algún planeta en esas estrellas con la posibilidad de vida inteligente, como en la tierra, y que entonces en el universo habían muchos planetas además de los del sistema solar, orbitando cada uno en su sistema estelar. Hoy en día las deducciones de Bruno han sido confirmadas desde el año 1995 cuando Michel Mayor y Didier Queloz descubrieron el primer planeta extra solar en la constelación de Pegaso. La interpretación de Giordano Bruno era correcta y la ciencia moderna lo está comprobando.

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