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Tomado de Conan Doyle, “El Valle Del Terror”, capítulo 1.
¡Reducir el campo de posibilidades! La realidad perceptible es dinámica. En la
naturaleza se presentan hechos y a cada instante ocurren cosas. Nosotros
percibimos el mundo y lo interpretamos. Al ser curiosos queremos comprender los
fenómenos y darles sentido, entonces intentamos explicarlos. Ocurre algo esencial
en la relación mundo-persona, que sería más acertado llamar relación
hecho-interpretación, y es que el hecho es uno y las interpretaciones son múltiples. ¿Por qué ocurre esto? Porque quien interpreta es el sujeto que
observa y quien observa interpreta de acuerdo a su pensamiento (mente,
creencias, conocimientos, temores, anhelos...). La realidad es objetiva y la
interpretación subjetiva. Para lograr acercarnos a la explicación del hecho
debemos conocer todas las posibles causas que lo expliquen y reducirlas (con la
razón, con el análisis, con la imaginación) hasta hallar la más cercana a la
realidad. Frente a una vaca sacrificada para un banquete, un occidental diría: ¡huy,
que sabroso! Y un hinduista diría: ¡Sacrilegio! Hay un hecho: animal sacrificado,
hay dos interpretaciones: sacrilegio y comida. Hecho: Todos los días
vemos al amanecer que el sol sube por el oriente y al atardecer baja por el
occidente. Interpretación Aristotélica-Ptolemaica, la tierra es el
centro del mundo y todo gira en torno a ella. Interpretación Copernicana:
el movimiento es aparente ya que la tierra gira alrededor del sol. Es cierto
que frente a ciertas situaciones es difícil comprobar la veracidad de la
explicación, pero hay hechos más cercanos a nosotros y se pueden comprobar de
manera directa, por ejemplo, un vaso que cae en la cocina, un objeto que se
pierde de mi bolso, una enfermedad que me aqueja, etc.
¿Cómo reducir las posibilidades de ocurrencia del hecho? Haciendo uso de la razón,
del análisis, de la inteligencia, del conocimiento, de la imaginación. Frente a
una situación: Examinar el hecho; plantear posibles causas que lo expliquen;
revisar las posibilidades planteadas frente al hecho y encontrar aquellas que
no encajan en la situación original y eliminarlas; buscar las señales
específicas y características del hecho y esbozar posibles teorías, diferentes
a las anteriores, que la expliquen; volver a revisar y repetir hasta dar con
una teoría que satisfaga la curiosidad o explique el hecho. ¿Satisfaga o
explique? Si, satisfacer o explicar. Frente a la muerte absurda de un ser
querido buscamos comprender por qué sucedió. Si se tienen creencias religiosas
se dirá ¡Dios lo necesitaba, Dios lo llamó, Dios sabe por qué hace sus cosas!
Esto no explica la muerte absurda, pero satisface la mente del doliente y ayuda
a mitigar el dolor.
Si sabemos leer un suceso y si somos atentos en la observación de un hecho,
lograremos detectar pequeños detalles que otros, en su apresuramiento, pasaron
de largo. Estos detalles característicos de cada cosa nos permitirán conocer lo
que es la cosa, y al saber, lo que la cosa es, podremos comprender las
diferentes relaciones que se suscitan entre ella y los objetos con que se
relaciona. (Una sustancia específica causa una reacción alérgica en un
individuo, una planta genera un olor característico y peculiar en ella). Los
eventos que suceden guardan la historia peculiar que los caracteriza. En su
estructura está la historia que les da existencia. Observando de manera
detallada y analizando con cautela daremos con la posible explicación del
hecho.
Ejemplo:
En la época de Louis Pasteur no se sabía qué eran las enfermedades. Cuando un
perro rabioso mordía a una persona y esta se contagiaba, se decía que un
espíritu maligno era transportado desde el perro a la persona, y las
operaciones se hacían sin ningún tipo de higiene pues no conocían las bacterias
ni los conceptos de asepsia y antisepsia. Se creía en los rezos de los
curanderos hasta que un grupo de Hombres sabios redujo el campo de
posibilidades haciendo investigación en lo muy pequeño. Primero Anton Van Leeuwenhoek inventa el lente de
aumento que permite descubrir las bacterias, luego Louis Pasteur desmiente la
generación espontanea y demuestra que la vida procede de la vida y que las
enfermedades son causadas por las bacterias, dando inicio a la ciencia de la
bacteriología, finamente Joseph Lister descubre que las heridas abiertas sin
cuidados higiénicos especiales causaban la muerte a causa de la infección y
propone los términos asepsia y antisepsia salvando así muchas vidas gracias al
cuidado higiénico. Antes de ellos no se sabía qué causaba las enfermedades, después
de ellos se encontró la explicación correcta. Las posibilidades se fueron
reduciendo hasta llegar a la conclusión de que existen bacterias y que estas
son las causantes de las enfermedades en los humanos y que eliminándolas, se
eliminan las enfermedades y se salvan los humanos.
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